Hace algunos días, mientras escuchaba atentamente el relato de cuatro personas sin hogar que duermen debajo de un puente de Valladolid, no he podido evitar sentir vergüenza y rabia a partes iguales.
Cumpliendo estrictamente con la legalidad, tres agentes de la Policía Municipal llegaron acompañados de un camión de limpieza a dicho puente. A continuación, ante la sorpresa de los cuatro, comenzaron a llevarse lo único que poseía esta gente: una mesa, cuatro colchones y varias mantas.
Ante el ruego de estos por conservar aquello que les protege de la gélida noche vallisoletana, solo recibieron como respuesta que no podían demostrar que nada de eso fuera suyo y que, al estar todo en la calle, iban a llevárselo.
¿Legal? Seguramente lo es, pero, de verdad ¿es moral dedicar tiempo y dinero público a dejar sin lo poco que tienen a cuatro jóvenes sin hogar? Que cada cual decida, pero al menos que no lo haga el desconocimiento.
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